Comprendiendo y superando la astenia primaveral



El cambio de estación, especialmente el paso del frío invernal a la vitalidad de la primavera, es un proceso que nuestro cuerpo no siempre asimila de inmediato. Más allá del cambio de paisaje, esta transición impacta notablemente en nuestro estado físico y mental. Es una época en la que muchos sentimos que nos falta energía, que levantarse cuesta más de lo habitual y que mantener el ánimo requiere una fortaleza extra. Este fenómeno tan común tiene un nombre: astenia primaveral, un desajuste temporal que afecta a una parte significativa de la población.


Pero, ¿por qué nos sentimos así con la llegada del buen tiempo? La explicación reside en varios factores fisiológicos y ambientales a los que nuestro organismo debe adaptarse.

Uno de los principales desencadenantes es el cambio de hora de finales de marzo. Adelantar el reloj una hora altera nuestro ritmo circadiano, el reloj biológico interno que regula funciones esenciales como el ciclo de sueño-vigilia, la temperatura corporal o la producción de hormonas. Este ajuste, aunque parece mínimo, puede tardar varios días o incluso semanas en ser fully integrated por el cuerpo. Además, el aumento progresivo de las horas de sol también influye. La mayor exposición a la luz solar, si bien es beneficiosa a largo plazo, altera la producción de melatonina (la hormona del sueño) y serotonina (hormona relacionada con el estado de ánimo y la energía), provocando una desorientación temporal en nuestro sistema hormonal. Es este "desfase" entre nuestro ritmo interno y las nuevas condiciones ambientales lo que a menudo experimentamos como cansancio y falta de vitalidad.


A esto se suman los cambios bruscos de temperatura tan característicos de la estación. Un día puede ser frío y lluvioso y al siguiente, cálido y soleado. Estas oscilaciones térmicas obligan a nuestro cuerpo a realizar un esfuerzo adicional para regular su temperatura interna, un proceso que consume energía. Este gasto energético extra, sumado a los otros factores, contribuye a la sensación general de fatiga y agotamiento que define a la astenia primaveral.


Los síntomas de la astenia primaveral son variados y su intensidad difiere en cada persona. Los más frecuentes son:

  • Cansancio o fatiga generalizada, tanto física como mental.
  • Falta de energía o vitalidad.
  • Somnolencia diurna o dificultad para levantarse por la mañana.
  • Trastornos del sueño, como insomnio o sueño poco reparador.
  • Dificultad para concentrarse o lapsos de memoria.
  • Irritabilidad o cambios de humor.
  • Falta de motivación o desgana para realizar actividades cotidianas.
  • Tristeza sin causa aparente.
  • Pérdida de apetito.
  • Dolores de cabeza.

Es fundamental recordar que la astenia primaveral no es una enfermedad diagnosticable ni grave. Es un estado pasajero, una respuesta adaptativa de nuestro organismo a los cambios estacionales. Por lo tanto, no requiere un tratamiento médico específico más allá de permitir que el cuerpo se ajuste a su propio ritmo. Sin embargo, sí podemos adoptar ciertas medidas para aliviar los síntomas y facilitar esta transición, haciendo que la espera sea más llevadera.


Para ayudar a tu cuerpo a adaptarse y mitigar los efectos del cansancio primaveral, puedes probar los siguientes consejos:


  • Prioriza el descanso: Intenta mantener un horario de sueño regular, acostándote y levantándote a la misma hora, incluso los fines de semana. Asegúrate de dormir entre 7 y 8 horas de calidad.
  • Cuida tu alimentación: Sigue una dieta equilibrada y rica en frutas, verduras y alimentos frescos que aporten vitaminas (especialmente del grupo B y vitamina C) y minerales (como el magnesio). La hidratación también es clave, bebe suficiente agua a lo largo del día.
  • Haz ejercicio regularmente: La actividad física, incluso moderada, ayuda a liberar endorfinas, que mejoran el estado de ánimo y reducen el estrés. Pasear al aire libre, correr, nadar o practicar yoga son excelentes opciones. El ejercicio regular también mejora la calidad del sueño.
  • Exponte a la luz natural: Intenta pasar tiempo al aire libre, especialmente por la mañana. La luz natural ayuda a regular tu reloj biológico y a mejorar la producción de serotonina.
  • Gestiona el estrés: Practica técnicas de relajación, meditación o mindfulness si sientes que el estrés agrava tus síntomas.
  • Evita estimulantes en exceso: Reduce el consumo de cafeína y alcohol, especialmente por la tarde y noche, ya que pueden interferir con el sueño.

Aunque la astenia primaveral puede afectar a cualquiera, parece ser más prevalente en mujeres, particularmente entre los 35 y 50 años. Esto podría deberse a factores hormonales o a una mayor sensibilidad a los cambios. Las personas con altos niveles de estrés, alergias estacionales o déficits nutricionales también podrían ser más susceptibles a experimentar sus síntomas.

La mayoría de las veces, los síntomas de la astenia primaveral desaparecen por sí solos en un par de semanas, una vez que el organismo se ha adaptado completamente a las nuevas condiciones de luz y temperatura. Sin embargo, si el cansancio es extremo, los síntomas son muy intensos o persisten durante más de un mes, o si experimentas otros problemas de salud, es recomendable consultar a un médico. Podría tratarse de otra condición médica con síntomas similares que requiera un diagnóstico y tratamiento adecuados.

En definitiva, la astenia primaveral es una respuesta normal del cuerpo a los cambios de estación. Con un poco de paciencia, autocuidado y siguiendo algunas pautas sencillas, podrás superar este bache y disfrutar plenamente de la energía renovada que trae consigo la primavera.


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