El covid19 nunca se fue




¡Hay que salvar el verano! ¡Hay que salvar la navidad! Venga alegría Macarena que el virus está de fiesta y se va a dormir durante el toque de queda y tiene horarios limitados.

Pues no señores el virus nunca se fue, pero pasa que hay personas que no quieren saber porque es mejor ignorar la realidad y vivir una verdad disfrazada de cierta mentira. Y lo más importante, el virus no entiende de colores ni de ideologías como para politizarlo a niveles exponenciales como están haciendo.

Vaya jaula de grillos que tenemos liada ¿verdad?

Nuevamente hablo del covid19. Parece que estamos de nuevo en enero o febrero cuando solo unos pocos seguíamos las noticias que venían de Wuhan y el resto seguía con su vida como si aquello fuera una película apocalíptica que no tuviera nada que ver con nosotros. 

¿Será que estamos viviendo un déja vu?

Después de diez meses de pandemia las personas están cansadas, hartas y comienzan a ser incrédulas con las noticias porque no quieren saber. Se relajan porque a ellos nadie les quita libertades ni les dicen lo que tienen o no tienen que hacer, los unos y los otros, y nadie es quien para privarles de ir donde les plazca porque para eso vivimos en un país libre y democrático.

Claro que sí, pero si tu pones en peligro la vida de los demás durante una pandemia ¿Cómo se llama a eso? 

Si tú te saltas las normas de pandereta o de cara a la galería porque piensas que nada pasará y lo permites ¿Qué parte de responsabilidad tienes?

Hemos entrado en una batalla politizada por ver quién es el mejor o peor gestor de la pandemia. La sociedad está dividida y se preocupan más en lanzar campañas en redes sociales y medios de comunicación para desprestigiar al contrario y remeter lo que digan unos con lo que dicen los otros que es preocupante la irresponsabilidad que hay en mayor crisis mundial vivida en el último siglo.

No hay liderazgo mires donde mires. Y estamos fallando como sociedad. Todos.

Señores, el virus no sabe de colores ni distingue a los rojos, azules morados negros o blancos. Pero se ve que esto es una batalla política y no sanitaria donde las personas somos los peones del ajedrez y el resto títeres que tocan la misma trompeta.

¿Qué fue de aquellas peticiones y reivindicaciones en marzo cuando llegó el caos? Cuándo veíamos que caíamos como moscas tanto en infectados como en muertes y pedíamos a gritos ¿medidas contundentes?. 

Buscábamos culpables y fue una toma y daca de despropósitos de unos y de otros y simplemente no se quiso asumir la realidad, hoy en día, seguimos igual. Sin asumir responsabilidades ni coger el toro por los cuernos.

Total para qué. Si ya estamos tocados y hundidos.

¿Por qué ya no se le da la misma importancia que hace diez meses? Y lo más preocupante. ¿Por qué estamos fallando como sociedad y ciudadanos de este país?

¡Ah no! Que la culpa no es nuestra.

Hay una diferencia en cuanto a marzo y la situación actual. Antes no sabíamos o no teníamos información y ahora sí. Al virus ni lo hemos matado ni ha desaparecido, aunque nos pese y no queramos saber nada o estemos cansados de noticias sobre esta pandemia que nos cortó nuestras vidas de la noche a la mañana. 

La realidad es la que es y no sirve disfrazarla de falsas seguridades.

Cuando había que salvar el verano todos tuvimos una falsa seguridad pensando que el virus había muerto por el calor. Y salimos en tromba a disfrutar de los días de sol y viajamos por toda la península esparciendo el virus aquí y allá. Se celebraron todo tipo de eventos sin pensar que el virus seguía en el ambiente. Había que abrir las puertas para que las personas disfrutaran después del confinamiento y sobre todo había que intentar salvar la temporada turística.

Menuda estrategia pensando en la responsabilidad de las personas. Fue un pista libre y barra libre para todos aquellos que quisieran recuperar las semanas perdidas. Un verdadero descontrol de norte a sur y de este a oeste. Y si me apuráis, incluso fuera de nuestras fronteras.

Después no se salvó nada porque las personas irresponsables se cargaron semanas de confinamiento en un abrir y cerrar de ojos. Mientras otra parte veía incrédula cómo el virus volvía a hacer de las suyas en el momento que bajabas la guardia. Y otra vez vuelta a empezar. 

Más contagios, más muertos... ¿Muertos? ¿Qué muertos? Si a todos los meten en la misma estadística.

No es necesario corres riesgos, aunque muchos lo asuman. Nunca sabes donde puede estar escondido este virus tan listo e inteligente que se lo pasa pipa en entornos multitudinarios y sin ventilación.

Todo el confinamiento que tuvimos lo tiramos por la borda en apenas unas semanas y eso que las reuniones, la mayoría, se hacían en espacios abiertos. 

En septiembre ya estábamos de nuevo con una tasa de contagiados alta y llegaron de nuevo las restricciones. El comienzo de las clases y las universidades aportaron su granito de arena pese a las medidas que se impusieron para tener unas clases seguras.

Por entonces, ya se comenzaba a pensar en la navidad para que hubiera una navidad libre de casos. Porque había que salvar las fiestas a toda costa. Entiendo que es difícil compaginar economía con salud, pero esto no puede ser un sálvese quien pueda o apelar a la responsabilidad de las personas, sobre todo si tenemos en cuenta que cada vez hay más personas que se están autoconvenciendo de que esto es todo una patraña y una conspiración mundial para privarnos de nuestros derechos.

Ingenuos. Mejor que no les toque directamente un caso de contagio por covid19 y se lo lleven al cementerio porque entonces se darán cuenta de lo letal que es el virus, claro que, también los habrá que lo sigan negando y digan que no ha muerto de virus. 

Hay respuestas para todos los gustos. Al igual que opiniones y puntos de vista. Tantos como infinitos.

Por otro lado, tener diecisiete planes distintos para gestionar un virus que nos putea ha sido el caldo de cultivo perfecto para que el bicho haya viajado a sus anchas sin muros ni fronteras. Diecisiete formas distintas para vivir la navidad y todos, en alguna medida, pensando en salvar la economía y no dar un puñetazo encima de la mesa porque es una medida impopular.

Cierres perimetrales fantasmas, medidas solo de cara a la galería y comparecencias que no dicen más que frases sin sentido. Porque las personas han hecho y se han movido por donde les ha dado la real gana. Se han reunido ‘cuarenta y la madre’ en las casas durante estas fiestas. Bares, terrazas y centros comerciales se han saltado las medidas ‘puestas de pega’ las veces que han querido y más. Y las reuniones clandestinas han hecho su agosto.

Obviamente hay excepciones, pero es que este virus se multiplica a niveles exponenciales en cuanto bajas la guardia y no valen medias tintas. No que pienses que a ti no te va a tocar porque piensas que eres inmune a todo. 

El virus es como una lotería que no queremos que a nadie nos toque.

El despropósito ha sido tal que las personas han disfrutado de la navidad como siempre. No se han concienciado que el virus mata que el virus sigue estando ahí desde que entró en nuestro país hace un montón de meses. Negar la realidad no significa que el virus no esté ahí. Manipular para no asustar y no contar la verdad es mentir a la sociedad. 

Nos faltan medidas concretas y comunes para todo el conjunto de la sociedad. No se puede ir cada uno de por libre. No podemos apelar a la responsabilidad de las personas ni dar manga ancha para salvar la economía. La economía ya está como los zorros y se va a poner peor porque vamos a peor. 

Esto es la pescadilla que se muerde la cola. Y no se necesita ser un experto en la materia para saber cómo terminaremos.

También pasa que quienes cumplen las normas desde marzo quienes solamente quieren protegerse y proteger a los suyos se echan las manos a la cabeza. Porque ¿sabéis una cosa? También están/estamos hartos de ir a todos los lados con la mascarilla, el gel, mantener distancias, no socializar y todas esas situaciones que tenemos relegadas desde hace muchos meses pero que nos la sabemos de carretilla.

Los que cumplen las normas también tiene vida una vida que está aparcada y la viven a ralentí esperando pase el tiempo o se consiga controlar el virus. Porque el virus no va a desaparecer de la noche a la mañana. Ni por obra y gracia.

Solo hay que confiar en la ciencia, en las vacunas o en cualquier medida que se le pueda hacer frente.

Todos hemos tenido que cambiar nuestra vida y estamos cansados. Cansados de aguantar insolidarios, egoístas y negacionistas que están poniendo en peligro el conjunto de la sociedad. Esa sociedad que sí cumple las normas. 

Mientras más nos saltemos las normas más tiempo seguiremos en esta montaña rusa. 

Ahora abrimos porque hemos doblegado la curva y dentro de un mes volvemos a poner más medidas porque hemos saltado todos los parámetros. Medidas de cara a la galería porque a la hora de cumplirlas nadie está ahí para que se cumplan. Esto es un sálvese quien pueda.

Estamos a punto de concluir las navidades, esas navidades para muchos tan extrañas y difíciles, y nos estamos encontrando que los datos están comenzando a ser tremendos y no pinta la cosa nada bien. Si agregamos esa nueva cepa o mutación, a la cual, nadie le da importancia, aunque veamos la que está liando en Inglaterra y otros países de Europa, pensamos que eso no va con nosotros. Igual que se pensaba hace más de diez meses cuando veíamos las noticias fuera de nuestras fronteras.

Y nos pasará como en marzo

La mayoría de expertos (que los hay) y entendidos en el tema (no sabiondos de pacotilla) aquellos que buscan soluciones y no problemas nos están alertando nuevamente. Nos están pidiendo prudencia y cautela. Porque se puede formar, nuevamente, la tormenta perfecta y si volvemos a los niveles de marzo esto será responsabilidad de todos aquellos que viven ajenos al virus.

Pensar que el poner medidas es desear que a las personas no le vayan bien y quieran que se mueran en la indigencia, es una teoría sin fundamento y para mentes que no saben o no quieren entender a lo que nos enfrentamos

Se trata de salvar vidas porque si no hay salud y no controlamos la pandemia no habrá economía que pueda salvarse porque no habrá personas ni nada que salvar.

Pienso que en el estado de la nación falta unión y falta remar todos en una misma dirección. Falta liderazgo. Tener liderazgo no significa quedar bien con todos y sin mojarse. Esos son charlatanes de barrio. El líder marca el camino a seguir y tiene la capacidad de tomar decisiones en el conjunto de una sociedad. Aunque esas decisiones no sean las más populares, a la larga, serán las más beneficiosas y quedarán ahí para los libros de historia.

Seguramente podamos pensar que las noticias negativas nos amargan el día o todos los días de la semana, pero es lo que hay y mejor que nos amarguen las semanas para concienciarnos de lo que tenemos pululando en el ambiente a vivir una ficción y que nos lleve a la ruina total y directamente al cementerio.

La vida es demasiado bonita como para no prestarle atención y no cuidarla. Y la realidad es que seguimos batallando contra un virus del cual no tenemos el control. Autoengañarse con frases hechas o discursos falsos es engañar a la sociedad y lo único que hace es relajarse y perderle el respeto al virus.

Meternos en batallas campales del ‘y tu más’ y dedicarse más a criticar lo que hacen unos y otros en vez de tomar medidas en conjunto solo confunde a la sociedad. Una sociedad que está cansada. Una sociedad que ha descubierto las carencias del país y sobre todo el egoísmo de muchas personas.

Una sociedad que desunida, paralizada y temerosa por la incertidumbre.

Y decían que esta pandemia nos iba a hacer mejores personas. Ingenuos. Todo lo contrario. Nos hizo más egoístas porque yo hago lo que me da la gana y los demás me importan un pimiento.

En fin. Otro día más. Es la víspera de Reyes. Se supone que en la mayoría de las provincias y municipios no hay cabalgatas. ¿Y qué? Tampoco tuvimos Semana Santa, ni fiestas patronales, ni celebraciones, ni concierto ni nada de lo que teníamos planeado. 

Lo importante es poder llegar al final de todo esto y hacer una gran celebración por todas aquellos eventos que no pudimos celebrar durante el tiempo que duró la pandemia.

¿Por qué había que salvar la Navidad apelando a la responsabilidad de las personas? Si sabemos que brilla por su ausencia y a lo único que nos ha llevado ha sido a volver a estar en cotas elevadas de contagio en muchas comunidades.

¿Y ahora qué? Volvemos a las fases de antaño mari castaño una vez que han pasado. Igual que pasó durante el verano.

Y ¿Todo por salvar económicamente la navidad?

¿A qué coste de vidas y de infectados? ¿Ha merecido la pena y el sacrificio de muchas personas? 

Dejen de hablar ya de primera, segunda o tercera ola. No hay olas porque nunca llegó la calma. Porque puestos a hacer similitudes todavía nos tendrá que venir la gran ola y esa en el argot surfero, no es apta para todos.

Es 5 de enero de 2021 y nos queda todo un año muy complicado por delante. Esto no ha terminado amigos, todo lo contrario, se viene otro capítulo más de la pandemia. Y una cuesta de enero terrorífica en todos los aspectos.

Esto es lo que me apetecía contar y así lo he hecho que para eso es mi blog y aquí pongo lo que se me pasa por mi mente inquieta o tengo algo que contar.

Cuídense amigos y sigan siendo responsables. Quiero creer que así será.

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