Adiós 2020

adios 2020


Aunque hice el propósito de no hablar más, o al menos mucho sobre el virus, el comportamiento de las personas y siendo fin de año, aprovecho para hacer un balance del mismo, por ello, no puedo por menos que dar mi opinión, y así me sirve para darle carpetazo a un año distinto marcado por el Covid, las restricciones, confinamiento, mascarillas, distancia personal, rotura de planes, muertes, dolor, tristeza e incertidumbre.

Igual la ciudadanía debería de hacer autoanálisis y ver qué se está haciendo mal para que los casos vuelvan a subir, de nuevo. 

No sé, quizás algunos se piensan que el Covid ha cogido vacaciones por Navidad. Al igual que pasó durante el verano que pensábamos que el virus también se había ido de vacaciones o había desaparecido tras un duro confinamiento y el calor del sol lo había achicharrado.

Responsabilidad en la ciudadanía

Hablo de la ciudadanía porque en mi caso, y en algunos más, no necesitamos que nos marquen las restricciones o nos tengan que decir (como a los niños y mirar que éstos tienen un comportamiento ejemplar) lo que podemos o no podemos hacer para no contagiarnos, contagiar al resto o propagar el virus. 

Es una cantinela que debemos saber de memoria porque llevamos casi diez meses peleando con el Covid y no hay manera de mantener una línea estable.

Todo esto parte por la responsabilidad individual algo que no terminan de entender muchas personas y de ahí se culpen a unos y a otros. La gestión de aquí, la gestión de menganito y fulanito. No señores, todos sabemos en qué situación estamos y cómo tenemos que afrontarla. Cada uno es responsable de sus actos y no hay que culpar a los demás cuando no hemos hecho las cosas bien.

Me cuesta creer que no seamos capaces de gestionar nuestra responsabilidad individual. Y me cuesta creer que la salud no es importante porque prima la economía y, sobre todo, prima el sacar redito de una pandemia mundial. Se aprovecha cualquier situación para politizarlo a la vez que vuelven al personal locos de atar con las medidas de aquí y de allá.

Pero eso solo pasa en España. Para eso somos un país diferente al resto. Recordar el famoso slogan: Spanish is different.

A estas alturas, no necesitamos que nos digan con cuantas personas nos podemos reunir en Navidad o cualquier evento. Ni lo que debemos hacer aquí o en la Conchinchina. No necesitamos que nadie nos diga cómo tenemos que comportarnos y si podemos entrar en un bar o un centro comercial lleno de gente y sin mascarilla. O, por el contrario, sabemos que tenemos que ser responsables y saber cuándo se puede entrar aquí o allí y con qué medidas.

El virus no sabe de navidades ni respeta fronteras

Y es que me resulta curioso pensar cómo empezó todo esto donde estamos y que todavía andemos a uvas. Sí, esas que vamos a tomarnos dentro de pocas horas para mandar el 2020 con viento fresco para que se lleve todo lo malo de este año, tan inusual, que marcará un antes y un después en la historia mundial.

Seguimos estando pendientes de lo que nos dejan o no nos dejan hacer en Navidades o cualquier fecha del año dentro de la pandemia. Como si el virus respetara las navidades o tuviera fronteras.

Parece mentira que no hayamos aprendido como se propaga el bicho y hayamos olvidado aquel mes de marzo cuando todo el mundo se echaba las manos a la cabeza porque no se sabía ni por donde agarrar esto y todos pedían a gritos un confinamiento que nos hiciera frenar tantas muertes y contagios.

Qué pronto hemos olvidado aquellas semanas cuando el virus paralizó, a prácticamente todo el planeta, de la noche a la mañana, en la mayor crisis sanitarias desde 1918. No está tan lejos como para haberlo olvidado.

Me da la impresión que ahora nos hemos habituado a escuchar diariamente los cientos de muertos que hay, ya no le damos la misma importancia que en marzo o abril, ni la cantidad de contagios que tenemos cada vez que bajamos la guardia o abrimos un poco el grifo. El grifo se puede abrir todo lo que quieras, pero en cada persona está ser responsable y saber hasta dónde te puedes mojar. 

Esto es muy fácil tú tienes todo un abanico de posibilidades para hacer uso de ellas. Pero en ti está saber cuál es la medida sin que nadie te obligue o te restrinja solo porque tú no sabes ni por donde te andas o eres de los que estás en misa y repicando. 

Vamos, el toca narices de turno que se quejan por sistema, independientemente de las medidas que se impongan.

El conducir imprudentemente es peligroso y causa víctimas, el beber en exceso es malo para la salud, el fumar etc etc etc. Pero no porque lo tengas ahí al alcance de la mano tienes que hacer uso de ello si sabes que es malo y mortal. 

Lo mismo pasa con el virus, está ahí y de ti depende si eres prudente o te pones el mundo por montera y pasas de todo porque a ti nadie te dice lo que tienes o no tienes que hacer con tu vida. Tú vida es tuya, cierto, pero el problema es que el covid es muy contagioso y si tú lo tienes quizás lo pases sin problemas en casita y sin apenas con síntomas, pero a quien puedas contagiar lo puedes mandar directamente al cementerio. 

Así de crudo y real es el tema.

Hay veces que me cansa, o atemoriza más, ver las noticias de las imprudencias que el mismo virus. Y eso que llevamos todos un agotamiento mental de órdago y aquí seguimos sobreviviendo y haciendo prácticamente una vida sedentaria porque forma parte de nuestra responsabilidad no darle más alas al virus para que siga campando a sus anchas.

Adiós a todos los que se fueron en 2020

Hoy despedimos el año. Habrá que recordar a todos aquellos que no podrán hacerlo porque sus vidas se las llevó este virus y a todos aquellos que lo están sufriendo. Nadie nos dijo ni se imaginó que este 2020 fuéramos a terminarlo así. No hay un manual de instrucciones que nos prepare para ello. Pero si somos animales racionales y podemos pensar y decidir. Decidir ser prudentes y cuidarnos igual que lo llevamos haciendo desde marzo y si queremos llegar a celebrar el fin de año del 2021. 

Porque esto no termina esta noche. Mañana nos levantaremos y seguiremos con la misma situación. Bueno no, estaremos peor porque se habrá propagado el virus en cientos y miles de lugares por las imprudencias de muchos y dentro de diez o catorce días veremos los resultados que sumados a los de hace una semana nos espera una cuesta de enero muy difícil. Será tan empinada que muchos se acordarán de lo mal que lo han hecho y se echarán las manos a la cabeza.

No soy cruel con mis palabras, soy realista. No es necesario ser una experta en estos temas para pensar o saber cómo se las gasta el covid cuando ve a gente aglutinada, reunida en masa y expuesta sin protección, se lo pasa a lo grande entrando por la boca de las personas. 

¿Ah, es que no sabes que el virus está en los aerosoles? ¿De qué mundo vienes para no saberlo a esta altura de la película? Quizás si lo sabes, pero eres de los que te crees que el virus no va contigo que son todo películas de ciencia ficción y que nos quieren dominar mundialmente para tenernos sometidos y controlados.

Ante pensamientos así, obviamente, no se puede hacer nada más que seguir concienciando.

¿Qué estás harto? Pues claro, como todos. 

A ver si te crees que estamos felices y contentos con nuestra vida prácticamente bajo mínimos. Sin relaciones sociales, sin reuniones, sin viajes, sin poder hacer lo que te de la real gana. Sin abrazos, sin besos sin poder planear nada más que el día a día. 

Se llama supervivencia

Pero no todo va a ser malo. Este virus, de alguna forma, nos ha puesto en nuestro sitio cuando apareció y frenó nuestras vidas en seco. Fue como un choque de trenes. No tuvimos tiempo de reaccionar porque cuando nos quisimos dar cuenta estábamos encerrados en casa subiéndonos por las paredes porque nuestras vidas se paralizaron.

El covid nos enseñó algo muy importante. Nos enseñó que tenemos una enorme capacidad de adaptación. Nos enseñó que somos personas vulnerables y que de la noche a la mañana nuestras vidas pueden terminar. Nos enseñó a disfrutar de los pequeños placeres del hogar. Aprendimos a vivir sin una vida acelerada y sin estrés, solo el que nos producía el ver la cifra de muertos y contagiados diariamente.

Al quedar paralizada nuestro día a día nos adaptamos y descubrimos nuevos placeres. El cocinar en casa para los tuyos, aprendiste a hacer pan y bizcochos. Pudiste pasar más tiempo con los tuyos. Descubriste que se podía sobrevivir con pequeños placeres caseros lejos del día a día.

El poder realizar esas cosas que en el día a día no podías hacer porque tu vida de locura no te lo permitía. Nos hicimos más caseros. Descubrimos que no nos morimos porque no socializáramos o porque no te pudiste comprar ese modelito para lucir en aquella fiesta o viaje que tuviste que suspender.

Descubrimos las cosas sencillas y le dimos valor a otras tantas que teníamos relegadas. Y sobre todo tuvimos tiempo para pensar y replantearnos la vida.

Con resignación, pero aprendimos.

Y sobre todo aprendimos a ir más a ralentí en nuestras vidas. Porque a pesar de que tuvimos uno de los confinamientos más duros del planeta, lo hicimos bien. Pero cuando nos abrieron las puertas, tras 98 días de estado de alarma, rápidamente algunos olvidaron todas aquellas semanas de encierro. Salieron en tromba como si no hubiera un mañana y todo lo que habíamos conseguido se tiró por la borda en pocas semanas.

Ahora, la historia se vuelve a repetir. Si esta noche no somos prudentes lo que vivimos en marzo puede ser un mero capítulo más en la historia de nuestro país.

¿Por qué? Porque se juntarán contagios con muertes y con una crisis económica sin precedentes.

Porque si nos vuelven a encerrar para frenarlo, las consecuencias serán devastadoras. Y esta vez, la culpa será exclusivamente de las personas que se han puesto el mundo por montera solo porque no son capaces de no celebrar una Navidad, digamos, con los convivientes.

Para todos los que así lo hagan de verdad que formareis parte de las personas solidarias que sí saben privarse y cuidarse para que el virus no se propague más. Eso es contribuir como ciudadano,

Recordar que el virus no sabe de fronteras, solo sabe campar a sus anchas donde no encuentra limitaciones y personas que lo dejan encerrado entre cuatro paredes sin vía de escape.

Un cambio de modelo económico

Mi solidaridad para todos los sectores que ha achicharrado el virus. Sé que son meses duros y difícil de digerir, pero quizás este virus nos ha enseñado algo como en todas las crisis. Pienso que nos ha enseñado, al menos aquí, que debemos invertir más en sanidad, ciencia y sobre todo cambiar el modelo económico que tenemos. 

No podemos depender todo un país del turismo, la hostelería y restauración. Porque dicen que este tipo de situaciones y pandemias pueden ser muy habituales por el cambio climático, tampoco le damos importancia hasta que nos llegue otra. Por ello hay que invertir e incentivar otros modelos de negocio. 

Tampoco es fácil dar un cambio radical a todo un sistema, después de décadas llenas de sacos llenos y ser el país del turismo 'low cost' o como dicen por ahí, turismo de borrachera para los de fuera. No será fácil pero tampoco imposible.

Seguro que muchos tras esta crisis pandémica y económica se reinventarán y resurgirán nuevos negocios que estarán preparados para reflotar este país. Porque si de algo sabemos es de tirar hacia adelante cuando vienen las vacas flacas. Aunque todos tienen que tener claro que España necesita muchos cambios en muchos niveles. Porque esta pandemia ha dejado al descubierto muchas carencias que teníamos tapadas o no las quisimos ver porque no iban con nosotros.

Nos vemos el próximo año. 

Un año donde mejor no hacer propósitos y como mucho desear que esta pesadilla termine más pronto que tarde y confiar en la ciencia y las vacunas que ya están comenzando a ver la luz y están llegando a nuestro país. 

No será nada fácil y hasta que consigamos la inmunidad de rebaño tardaremos meses y meses. Pero ahora hay esperanza. No lo tiremos todo por la borda porque de una crisis económica se sale, pero del cementerio por desgracia, no.

Y sobre todo pensemos que la vida tal y como la conocimos hasta mediados de marzo del 2020, no la volveremos a conocer. Y posiblemente tampoco volvamos a tener las mismas ideas ni pensamientos en muchos factores.

Tras una crisis, sea del nivel que sea, siempre se producen cambios.

Feliz 2021

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