Ley de Gallardón, un peligro y gran retroceso para la mujer

Ley de Gallardón, un peligro y gran retroceso para la mujer

Hubo un tiempo en el cual la mujer era más un florero que había que pasear pero que no tenía ni voz ni voto y mucho menos, el poder de decisión.

A base de grandes luchas y movilizaciones se consiguió que tuvieran, al menos, cierta igualdad. Sin embargo llegó el Ministro, Alberto Ruiz Gallardón y nos quitó el poder decidir con la polémica Ley de Gallardón o ley del aborto que nos lleva a retroceder hasta los años sesenta, por lo menos, y me quedo corta.

Parece que Gallardón, y el resto de su séquito, piensa que una mujer cuando toma la decisión de abortar, lo hace de un modo frívolo, porque sí, y porque lo hace como aquel que va a comprar pan a la panadería de la esquina.

Aquí no se debate el derecho al ‘no nacido’, como llevan por bandera esos que se creen con el poder divino de mandar e imponer leyes que deberían estar extinguidas, al menos, en esta sociedad de derechos.

Ahora volvemos a los debates de la mordaza, a movilizarnos como si estuviéramos en una dictadura o viviendo siglos atrás como cuando éramos consideradas poco más que mercancía de uso

Sería bueno recordar (aquí incluyo a las mujeres) porque son muchas las que han votado a favor de ella, de donde venimos, y hacia donde nos dirigimos con pasos hacia atrás en nuestra historia, no muy lejana.

Costó mucho allá por los sesenta, la despenalización de los anticonceptivos. Parecía que España, y parte de la sociedad despertó del yugo católico y apostólico y dejó de creer en eso de aceptar ‘los hijos que nos envía el señor’. Después llegó la Ley del 85, la cual despenalizó la ley del aborto en algunos supuestos, hasta llegar a una Ley equiparable con el resto de los países ‘civilizados’.

Sin embargo todo esto, será nuevamente historia. Los que hemos nacido en los años 60-70 podemos tener conocimiento de aquella época y lo que hacía la mujer que quedaba embarazada por el motivo que fuera. Ellas tomaban la decisión de no seguir adelante con el embarazo y no tenían problemas.

Los vuelos a Londres estaban a la orden del día, pero solo para los más pudientes, y no iban precisamente de compras como decían. Las personas económicamente solventes, lo hacía. Después con ir a misa todos los domingos y rezar no sé cuantos padrenuestros y avemarías, purgaban la pena.

Simplemente en un momento dado y sin premeditación tenían un traspiés, y como no era el momento de formar una familia, ni tan siquiera se tenía novio formal, y menudo escándalo tener una hija madre soltera, la familia, en este caso los padres que eran quienes ponían el dinero, tomaban la determinación de que la niña en cuestión tenía que abortar porque un embarazo podría poner en peligro su futuro, y lo más importante, una enorme mancha en la familia.  

Luego estaban las mujeres o jovencitas de familias poco acomodadas o de bajos recursos, que tenían el mismo problemas pero que, a falta de recursos económicos, acudían a clínicas clandestinas, que las había y muchas, y abortaban en las condiciones menos deseables para una mujer. Practicar una irrupción del embarazo en esas condiciones, ponía en peligro muchas veces su vida. Pero ¿a quién le importaba?, si el problema eran las mujeres de bajos recursos, las ‘otras’, no.

Por lo tanto ¿Vamos a empezar de nuevo?

A mí personalmente me dan ganas de gritar de la impotencia, que te quiten el poder de decisión como hace más de 30 años, es como para indignarse. Porque no es cierto que la mujer se tome el aborto a la ligera.

Abortar no es algo frívolo, es a veces resultado de una situación económica, de falta de conocimientos sexuales o reproductivos, de discriminación, habría que ondear en las causas para no hablar tan a la ligera y emitiendo un discurso populista.

Antes de lanzarnos como acorazados en defensa del no nacido, deberíamos pensar que hay cero ayudas para ello ¿Quién es capaz de traer al mundo a un feto que puede morir de hambre, sin recursos económicos? Casi dos millones de niños están malnutridos y con falta de recursos esenciales, según el último informe de UNICEF. ¿Dónde están aquí los de próvida? Ni se ven, ni se oyen abogando por darles un futuro mejor. 

Irrumpir un embarazo con apenas pocas semanas, dependiendo cada circunstancia personal,  no es asesinar una vida. Es evitar traer al mundo niños, no deseados, y con un futuro incierto. Ser madre es algo más que jugar con cifras y tampoco hay que ser tan extremistas como para asegurar, que los abortos se han multiplicado desde que se liberalizó.

El nacimiento de un niño debe ser algo planificado y por decisión de la madre. Todo lo demás es demagogia.

No seamos tan hipócritas y retrocedamos en el tiempo para ver hacia donde nos encaminamos, ¿evolucionamos?

En un mundo globalizado y donde presumimos de democracia (solapada) nos estamos pillando los dedos con leyes que privan a la mujer el derecho para decidir. Y si consentimos esto, vendrán otras enterradas en el pasado

¿Esto es lo que queremos para nuestros hijos?



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