Al contrario de lo que se pueda pensar, se consigue más con una sonrisa y unas palabras amables que con un trato despectivo. La cortesía es como un talismán que nos permite ganar el respeto y afecto de los demás. No cuesta nada y encima es gratis.
Ser amable nos ayudará a vivir mejor porque nos hará sentirnos bien. Dar las gracias al dependiente, sonreír …. Se trata de aplicar esos pequeños gestos diarios, que si bien no tienen importancia, nos pueden hacer mucho bien para nuestra autoestima. El poder de la amabilidad puede hacer mover montañas.
La definición de ‘amabilidad’ dice es un comportamiento caritativo, solidario o afectuosos con otras personas. Ello no significa que se vaya por el mundo ejerciendo de Teresa de Calcuta, más bien sembrar pequeños gestos para encontrar nuestro propio bienestar y sobre todo mejorar la idea que los demás tienen de ti.
No hay nada tan sencillo, pero difícil muchas veces de ofrecer, que una sonrisa. La sonrisa enriquece a los que la reciben y no cuesta nada a quienes las ofrece. El saludo, o saludar siempre es más que un gesto de cortesía. Saludar sinceramente es como el puente que une la cercanía que hay entre tú y los demás.
Mostrar interés por los demás es demostrar amabilidad. No se trata de un simple ¿qué tal?, para quedar bien y gastar poco, sino de demostrar un sincero interés por nuestro interlocutor. Escuchar con atención es productivo a la vez que evita que tus conversaciones se conviertan en monólogos. Para llegar a tener una conversación que rompa el hielo, prueba elogiando a tus interlocutores. Un halago breve y sincero, allanará el camino en cualquier conversación.
Además lo que sembramos es lo que recibimos. Por lo tanto, si sembramos amabilidad será como una semilla que, una vez plantada, puede fructificar de un modo sorprendente. Lo cual nos lleva a pensar, que si tratamos a todos nuestros semejantes con gentileza nos llevará a extender el poder de la amabilidad y contribuiremos a vivir en un mundo mejor.
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